Los elementos que consideramos como básicos en una estructura del sistema financiero son los siguientes.
En primer lugar, una serie de instituciones que pueden ser públicas como organismos reguladores o privadas como emisores de valores.
En segundo lugar, una serie de mercados, como los mercados de capitales compuestos, por ejemplo, del mercado de deuda pública, de renta fija privada o de renta variable. Un mercado monetario, como el interbancario privado o el mercado de intervenciones del banco de España. Por otro lado, un mercado de divisas, pudiendo ser al contado o a plazo.
En tercer lugar, una serie de activos e instrumentos financieros numerosos y variados, algunos de los cuales pueden ser cuentas corrientes, libretas, imposiciones a plazo fijo, letras del Tesoro, fondos de inversión, futuros, opciones o swaps.
En cuarto lugar, los intermediarios como las entidades de crédito y financieras (bancos, cajas de ahorro, cooperativas de crédito, sociedades gestoras de carteras, agencias de valores, etc.).
Y en quinto lugar, los inversores finales pudiendo ser particulares o institucionales (inversores individuales, grupos, empresas, fondos de inversión, fondos de pensiones, etc.).