Es una teoría en la que se basó Porter para establecer su modelo de las 5 fuerzas competitivas; partiendo de la idea de que hay que analizar el mercado. Es necesario describir el mercado para poder comprender y llevar a cabo las decisiones adecuadas. Esta teoría se basa en proporcionar una descripción del paradigma de “estructura del mercado→ comportamiento o estrategia→ resultado”. Se debe entender cómo se comporta el mercado para poder llevar a la empresa al éxito. Para ello, debemos conocer el número de competidores que tenemos, el nivel de las cuotas de mercado del sector, establecer las barreras de entrada y salidos, si existen productos sustitutivos, si existe diferenciación de productos, si se da una integración vertical dentro del sector, quién tiene mayor información de entre los partícipes del mercado, los riesgos a los que nos enfrentamos dirigiéndonos al mercado en cuestión, etc.
Una vez descritos todos los aspectos relevantes a ello, hay que estudiar el comportamiento que define a las empresas que forman el sector y la estrategia que siguen; una vez realizado lo mismo, obtendremos los resultados cosechados por el sector y la rentabilidad que estas empresas habrán obtenido.
Hay que establecer la forma que adopta la competencia en el mercado, para lo que Porter decía que el potencial de un mercado venía dado por las cinco fuerzas competitivas que estableció, las cuales determinaran si el sector es o no rentable. Según Porter, el análisis de estas fuerzas tendrá relación con la inversión, los costes y los precios que se dan en el sector. Una vez detectado el factor clave de la rentabilidad, hay que concretar si este factor es susceptible de cambio. El planteamiento del análisis sectorial parte de dos premisas:
- Las empresas de un determinado sector o grupo estratégico son idénticas entre sí en relación a los recursos relevantes que controlan y a la estrategia que persiguen. Los recursos por tanto, son homogéneos para todas aquellas empresas que formen un sector.
- Existe movilidad perfecta de recursos