McKinsey realizó un pormenorizado estudio con más de 100 empresas para analizar los retos que enfrentan estas organización respecto a la transformación digital. Este estudio resultó en una herramienta simple para medicar cuál es el nivel de madurez digital de una empresa, denominado como Digital Quotient o Coeficiente Digital.
Como vemos, este coeficiente se base en cuatro pilares que son: la estrategia, la cultura, la organización y las capacidades.
Lo primero que tiene que hacer una empresa es definir cuál será su estrategia digital para establecer los objetivos, necesidades y oportunidades de su sector. ¿Cuál serán mis oportunidades y mis amenazas? Un DAFO de toda la vida. ¿Cuál es el grado de disrupción digital y potencial de mi sector? ¿Qué acciones son las idóneas para ejecutar?
Esta primera parte dará lugar a bases fundamentales a construir en el resto de la empresa como es la cultura y las capacidades tecnológicas. Éstas a priori pueden ser las más críticas y difíciles de implementar o que mayor inversión puede conllevar. Pero a su vez, si se implementan y no son utilizadas o no de forma eficiente por la empresa tampoco sirven para nada.
Es por ello, que la cultura dentro de la empresa y el capital humano son también fundamentales para sacar el máximo rendimiento y provecho de las capacidades tecnológicas ya integradas.
Así que, por nivel de complejidad vamos a definir lo que significa ciertos pilares fundamentales de este coeficiente de McKinsey:
- Toma de decisiones guiada por los datos (Data-driven decision-making). Un directivo tiene que basar sus decisiones en la evidencia y los datos más que en la experiencia que pueda o no tener, o la intuición.
- Conectividad (Connectivity). Usar la tecnología para establecer una relación y conexiones más profundas entre marcas y clientes.
- Automatización de procesos (Automation). Automatizar procesos claves del negocio.
- Tecnología de la información a dos velocidades. La primera velocidad se asocia a plataformas para entregar resultados rápidos a los clientes y oportunidades identificadas. Y la segunda se relaciona con tecnologías ya implantadas para optimizar operaciones tradicionales y del back-office habitual.
Este estudio de McKinsey también sacó conclusiones, que son lógicas y que ya sabemos sobre:
- Las empresas lideres tienen una alta tolerancia a cambios radicales.
- Los directivos de empresas tradicionales tienen una cultura más adversa al riesgo y por tanto, se quedan más rezagadas.
- Los directivos tienen que tomar decisiones rápidas basadas en la evidencia de la data para responder a los retos digitales disruptivos.
- Menos del 30% de las 150 empresas estudiadas tienen un alto grado de colaboración interna.